M. se equivocaba al creer que yo me había portado como una sinvergüenza y yo me equivocaba al pensar que M. era el hombre de mis sueños. Un ser maravilloso al que yo había perdido por mi nerviosismo y por mi torpeza. Intenté por todos los medios explicarle mi versión o que alguien se laSigue leyendo «La loca de la casa: fragmento»