Cien años de soledad: fragmentos seleccionados │primera parte

e reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras.

La conciencia: cuento de Adela Zamudio (1854-1928)

Acababa de cometer un crimen, y horrorizada llamé en mi auxilio a la religión. Con ademán solemne, la religión puso en mis manos una moneda, cuyas dos caras representaban mis buenas y malas acciones. Emprendí la subida por un sendero escarpado que se elevaba al cielo, y al avanzar, examiné la moneda. Desde luego, halléSigue leyendo «La conciencia: cuento de Adela Zamudio (1854-1928)»

El hombre que fue Jueves: duelo filosófico

Fragmento de la novela El hombre que fue Jueves, de G. K. Chesterton La verdad es que valía la pena de oír hablar a Mr. Lucian Gregory –el poeta de los cabellos rojos– aun cuando sólo fuera para reírse de él. Disertaba el hombre sobre la patraña de la anarquía del arte y el arteSigue leyendo «El hombre que fue Jueves: duelo filosófico»

Pär Lagerkvist │El ascensor que bajó al infierno

El señor Smith, un próspero hombre de negocios, abrió el elegante ascensor del hotel y, amorosamente, tomó del brazo a una grácil criatura que olía a pieles y a poder. Se acurrucaron juntos en el blando asiento, y el ascensor empezó a bajar. La mujercita le ofreció su boca entreabierta, húmeda de vino, y seSigue leyendo «Pär Lagerkvist │El ascensor que bajó al infierno»

Emily Brontë: Cumbres borrascosas

¿Ves esas arrugas que tienes entre los ojos, y esas espesas cejas que se contraen en lugar de arquearse, y esos dos negros demonios que jamás abren francamente sus ventanas, sino que centellean bajo ellas corridas, como si fueran espías de Satanás? Proponte y esfuérzate en suavizar esas arrugas, levantar esos párpados sin temor ySigue leyendo «Emily Brontë: Cumbres borrascosas»

Yo soy… │Poesía de Alejandra Pizarnik

¿Mis alas?Dos pétalos podridos ¿Mi razón?Copitas de vino agrio ¿Mi vida?Vacío bien pensado ¿Mi cuerpo?Un tajo en la silla ¿Mi vaivén?Un gong infantil ¿Mi rostro?Un cero disimulado ¿Mis ojos?¡Ah! trozos de infinito Fuente: Alejandra Pizarnik Poesía Completa. Lumen, 2009

Las fases del duelo en la Elegía a Ramón Sijé

El duelo de Miguel Hernández por la muerte de quien fuera su entrañable amigo desde temprana juventud es expresado en la Elegía a Ramón Sijé. Sijé, cuyo nombre de nacimiento fue José Ramón Marín Gutiérrez, compartió con el autor importantes vivencias; sentían profunda admiración el uno por el otro y compartían inclinaciones literarias y políticas. Cuando Ramón murió, a causa de una infección intestinal, el dolor de Hernández fue sumamente agudo y lacerante. Veamos cómo lo expresa el poeta…